

Cariñosa y perezosa al mismo tiempo, se adapta fácilmente a la vida familiar y a los paseos por el bosque. En casa se adueña del sofá y de la camita, y en el bosque, su silueta destaca entre los colores oscuros del invierno.
Los niños la adoran, la ven vulnerable y frágil, quieren protegerla y que no pase miedo nunca más.
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